Una tarde, con la marea alta, se llevaron a León Marino; en un barco alto y oxidado. Ahora no sé si está muerto o en el circo.
¿Qué es una chica marina sin su león? Pues sólo una chica que cada tarde le pregunta a la marea alta si vio a un león que pese amar el mar, viaja sobre un trozo de metal; alto y oxidado.
Las olas se escandalizan "woshhh!" y braman; pero mi León Marino no vuelve y empiezo a extrañar su aliento caliente en mi oreja derecha y su melena desordenada de león distraído y excéntrico. Obviamente, no debo ser la única: es la segunda noche de tormenta, las nubes truenan y el mar se levanta alto, para ver lejos; al mar le gustaba sentir las cosquillas de sus aletas al nadar.
Tan fuerte fue la tormenta y los esfuerzos por alzarse de la mar, que al amanecer llegaron a la costa enormes trozos de metal, cajas y un rugido lejano muy familiar. Abrí los ojos llenos de sal, ¡es mi León Marino! volviendo a hacer cosquillas al mar, hondeando su melena de león distraído y excéntrico, acercándose a mí para calentar, una vez más, con su aliento mi oreja derecha.
Muy curioso el relato que acompaña al cuadro. Al cuadro viajera ya le pongo yo la historia detrás, en malévola colaboración.
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